Si algún ingrediente resulta fundamental para un sano desarrollo del bebé en todas las etapas de su crecimiento, es el ácido docosahexaenoico -o DHA, como se le conoce por sus siglas en inglés- adquiere el rango de indispensable.
¿Qué es el ácido docosahexaenoico o DHA?
Se trata de uno de los tres ácidos grasos omega-3 que se producen en todo el cuerpo. Es una grasa estructural importante para el cerebro y la retina, presente sobre todo en los pescados y mariscos. Se encuentra naturalmente en la leche materna, aunque sus niveles pueden variar dependiendo de la dieta de la madre, por lo que una formulación sintetizada a menudo se añade a la lactancia natural.
El cuerpo produce solamente pequeñas cantidades de DHA, por lo que las fuentes de alimentos o suplementos son necesarias. Los bebés lo necesitan principalmente durante sus primeros seis meses de vida. A los nacidos prematuramente a menudo se les administran suplementos de DHA, ya que gran parte de este ácido se obtiene durante el último trimestre del embarazo.
Los peces más pequeños, que generalmente son bajos en la cadena alimenticia, son las fuentes más seguras debido a que contienen menos toxinas. Entre ellos se encuentran el bagre, salmón, abadejo (un pez de la familia del bacalao) y atún, así como en los camarones.
¿Cuál es la recomendación de ingesta diaria de DHA?
Aunque aún no se han establecido recomendaciones generales para la ingesta diaria de DHA, los expertos suelen situarla en una gama de 200 a 300 mg al día para las mujeres embarazadas y madres lactantes.
Las mujeres embarazadas, las que tienen la esperanza de concebir pronto y aquellas en período de lactancia, deben evitar peces como el tiburón, el pez espada, la caballa y el blanquillo, ya que tienen niveles más altos de mercurio que otros tipos de pescados.
El DHA es fundamental en la concepción, crecimiento y desarrollo del embrión y en el niño. En el neonato, los niveles de DHA dependen de las concentraciones plasmáticas en la madre en relación a la nutrición durante el embarazo, y del tamaño de la placenta y las proteínas transportadoras, que son las que unen o trasladan sustancias específicas en la sangre, dentro de la célula o a través de las membranas celulares.
Períodos críticos del DHA
Los especialistas asumen que hay una serie de períodos críticos en la gestación, durante el cual los factores ambientales -como la nutrición- pueden tener una profunda influencia en el desarrollo del bebé. Para el cerebro, el período prenatal es como una ventana.
La proliferación de las neuronas ocurre en la primera mitad de la gestación y a través de este proceso se da origen a los 100 000 millones de neuronas que el cerebro posee. Luego de la semana 25 post concepcional, la formación de nuevas neuronas es excepcional sin embargo el peso del cerebro se triplica. El DHA se deposita en regiones cerebrales e interviene en la funcionalidad neuronal por ello la importancia de asegurar niveles adecuados de este ácido graso.
Un impulso probado
Todavía hay mucho que estudiar de la relación entre la ingesta de DHA prenatal de la madre, la salud infantil y el desarrollo. Lo que los investigadores saben hasta ahora en este sentido es que, siendo los pescados y mariscos las principales fuentes de DHA, hay una fuerte asociación entre el consumo de pescado de una madre durante el embarazo y la función cognitiva de su hijo.
Este impulso se ha demostrado en muchos estudios durante la última década, incluyendo uno (publicado en el American Journal of Clinical Nutrition en 2011), en el que informaron que los niños que tenían niveles altos de DHA en las pruebas prenatales, mostraban una mejoría en la memoria en la edad escolar. Por otro lado, se encontró una asociación entre la baja ingesta de pescados en la madre durante el embarazo y el rendimiento intelectual óptimo del bebé. En otro estudio se evidenciaron efectos benéficos similares en la memoria visual, inteligencia verbal y desarrollo cognitivo en los niños de aquellas madres que ingerían pescados ricos en DHA o aceite de pescado (1,2 g de DHA)1 .
Suplementos de DHA, la edad es importante
Se ha establecido eficazmente la asociación entre la ingesta de mariscos, los niveles sanguíneos de DHA y el desarrollo del sistema nervioso central. En torno a si los suplementos de DHA funcionan de la misma manera en lo que al cerebro se refiere, un estudio entre 2.399 madres realizado en 2010 y publicado en el Journal of the American Medical Association (Jama), no encontró mejoría en las capacidades cognitivas en los bebés de 18 meses cuyas madres tomaron 800 miligramos de DHA al día durante el embarazo.
Sin embargo, estudios en niños de 4 años, demostraron que las madres que habían tomado suplementos de DHA durante el embarazo sí mostraron ventajas intelectuales. Los expertos sospechan que la edad a la que se realiza la prueba cognitiva es clave para mostrar la diferencia.
Más allá del cerebro
Los ácidos grasos esenciales como el DHA también desempeñan un papel en la producción de prostaglandinas, que regulan la inflamación y la reacción inmune. Los altos niveles de DHA durante el embarazo han demostrado influir sobre la duración de la gestación, el peso al nacer y la salud del sistema inmunológico del niño.
Un estudio de hace 10 años, publicado en la edición de febrero de 2013 de la revista American Journal of Clinical Nutrition, encontró que los bebés cuyas madres tomaron 600 miligramos de DHA durante el embarazo eran más grandes, tanto en longitud y peso al nacer y tenían la circunferencia de la cabeza también más grande que el grupo de control. Además, los bebés alimentados con DHA tenían menos probabilidades de nacer prematuros (antes de las 34 semanas de gestación).
En otro estudio de 2011, publicado en Pediatrics, la revista de la Academia Americana de Pediatría y realizado por investigadores de la Universidad de Emory, se demostró que los bebés de madres que habían tomado suplementos de DHA tuvieron menos resfriados y estaban enfermos por menos días, en un control de 1, 3 y 6 meses de edad.
Sin embargo, otra forma en que los expertos miden los efectos de DHA en el desarrollo del sistema nervioso central, es a través de pruebas en la salud ocular y la agudeza visual. Numerosos estudios han relacionado que los niveles más altos de DHA en la sangre sirven para la salud de la retina y la mejora de la agudeza visual. Por ejemplo, investigadores de Canadá encontraron que los bebés que tenían alto contenido de DHA prenatal en la sangre, tenían una visión más aguda en la edad escolar.
Cómo preservar un cerebro saludable
Para aprender y crecer apropiadamente, el cerebro de un bebé tiene que ser sano y estar protegido de enfermedades y otros riesgos. La promoción del desarrollo de un cerebro sano debe comenzar aun antes del embarazo. Por ejemplo, una dieta saludable y los nutrientes correctos, como suficiente ácido fólico, promoverán un embarazo sano y un sistema nervioso saludable en el bebé que está creciendo. Las vacunas pueden proteger a las mujeres embarazadas de infecciones sujetas a afectar el cerebro del bebé por nacer.
Durante el embarazo, el cerebro enfrenta muchas clases de riesgos, como enfermedades infecciosas (citomegalovirus o el virus del Zika), exposición a toxinas (incluidas las provenientes de fumar o del alcohol), estrés, trauma o afecciones mentales como la depresión. La atención médica de rutina durante el embarazo puede ayudar a prevenir complicaciones, incluido el nacimiento prematuro, lo cual afecta el cerebro del bebé.
El examen oportuno de un recién nacido puede detectar afecciones que son potencialmente peligrosas para el cerebro del bebé, como la fenilcetonuria, y establecer así el protocolo para combatirla.
El crecimiento saludable del cerebro dependerá del cuidado y de una nutrición adecuada. Debido a que el cerebro de los niños todavía está creciendo, es especialmente vulnerable a lesiones traumáticas en la cabeza, infecciones o toxinas como el plomo. Las vacunas de la infancia, como la del sarampión, pueden proteger a los niños de peligrosas complicaciones como la inflamación del cerebro. Garantizar que tanto los padres/cuidadores y niños tengan acceso a alimentos saludables, y a lugares seguros, aportará a lograr desarrollo óptimo.
Referencias:
- María Esther Molina Montes y África Paz Martín Islán. Ácidos grasos esenciales. Omega-3 y Omega-6. Vol 29 núm 1 enero-febrero 2010.
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