La hipertensión es una condición silenciosa que si no es detectada y tratada a tiempo, puede tener implicaciones serias en la salud del paciente, especialmente en su sistema cardiovascular.
Identificar esta condición y recibir el tratamiento adecuado es vital para prolongar la expectativa de vida.
¿Qué es la hipertensión?
La hipertensión es el aumento de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes arteriales. Una forma de visualizarlo es imaginando las arterias como un conjunto de tubos a través de los cuales fluye la sangre hacia todo el cuerpo. Si dentro de los tubos existe mucha presión, se puede hacer daño a los órganos hacia los cuales se dirige la sangre, siendo los más importantes el corazón, el cerebro y los riñones.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, existen 1280 millones de personas entre 30 y 79 años con hipertensión arterial en el mundo. Sin embargo, solo el 21% (una de cada cinco personas) tiene la hipertensión controlada con un tratamiento médico. Esto la convierte en una de las principales causas de muerte prematura en el mundo.
¿Cuáles son las consecuencias de la hipertensión?
El aumento de la presión arterial puede ser indetectable para el paciente durante algún tiempo. Sin embargo, cuando la condición comienza a empeorar puede expresarse de diversas formas que comprometen la calidad de vida del paciente, tales como:
Enfermedades cardiovasculares
La hipertensión arterial aumenta el riesgo de padecer insuficiencia cardíaca (el corazón disminuye su capacidad para bombear sangre). De igual forma, puede estimular la aparición de un infarto (pérdida repentina del suministro de sangre que va hacia el corazón). También influye en la aparición otras condiciones cardiovasculares como la angina de pecho o trastornos del ritmo cardíaco.
Accidentes cerebrovasculares
Cuando la presión arterial se eleva de forma prolongada en el tiempo, se pueden formar coágulos sanguíneos que obstaculizan el flujo de sangre hacia el cerebro. Esto puede generar un accidente cardiovascular (ACV), alterando las funciones cerebrales, cognitivas y/o motrices de forma temporal o permanente.
Enfermedades renales
La hipertensión arterial puede disminuir el flujo sanguíneo que se dirige a los riñones. Esto ocasiona fallas en el filtrado de los desechos sanguíneos, afectando la función renal. En casos graves, el paciente puede requerir diálisis.
Alteraciones de la visión
Una presión elevada puede dañar los vasos sanguíneos de la retina, que es la parte de la vista encargada de transformar la luz recibida en señales eléctricas y enviarlas al cerebro para convertirlas en imágenes. La hipertensión puede generar desde visión borrosa, disminución de la visión y ceguera.
¿Cómo sé si tengo hipertensión?
En términos generales, una presión arterial normal en adultos oscila entre los 120 (presión sistólica) y 80 (presión diastólica). Según los estándares actualizados de la Asociación Nacional para el Corazón y el Colegio Americano de Cardiología, una presión superior a los 130/80 se considera alta. Por lo tanto, el primer paso para conocer la salud tensional es medirla. El médico tratante utilizará un dispositivo llamado esfigmomanómetro o tensiómetro para conocer el estado de su presión arterial.
La hipertensión también puede venir acompañada de algunos de estos síntomas:
- Mareos
- Dolor en el pecho
- Ansiedad
- Dolor de cabeza
- Dificultad para respirar
- Cambios en el ritmo cardíaco
- Cambios en la visión o visión borrosa
- Náuseas/ vómitos
- Hemorragia nasal.
La presencia de alguno de estos síntomas junto con una presión arterial alta es motivo de consulta urgente. Un médico es la única persona capacitada para dar con el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Fuentes:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hypertension
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